Hoy, después de varios días nublados, por fin salió el sol y el cielo está azul. Me acosté en el jardín a ver el cielo y empecé a buscarle formas a las nubes. Pasó un avión y me acordé de lo mucho que me emocionaba cuando veía un avión en el cielo cuando era chiquita. Se me había olvidado por completo que era algo que me emocionaba. Y también me acordé de que me emocioné muchísimo el día que me di cuenta que las nubes se movían.
He estado pensando en todas las cosas que disfrutaba antes; cuando era niña, adolescente o incluso hace unos años, en los recuerdos que tengo y en los momentos felices. Y, aunque hay algunas partes que recuerdo, estoy segura que hay muchas que no.
Sé que hay estudios que demuestran que los humanos tendemos a recordar más las cosas negativas de nuestra vida que las positivas. Saberlo me ayuda a explicar muchas cosas, me ayuda a entenderme mejor y a juzgar un poquito menos a quienes me rodean. También me lleva a pensar si siempre hemos sido así o qué es lo que nos ha hecho ser así.
A veces me acuerdo de momentos padres de mi pasado. De pronto hay lugares, olores, canciones, fotos y hasta frases que me llevan a esos momentos, que me llevan a pensar en personas que ya no están en mi vida y que están presentes en alguno de esos recuerdos bonitos.
Me pregunto si las personas que un día fueron parte de nuestra historia saben que forman parte de esos recuerdos que nos hacen sonreír cuando los pensamos. Me pregunto si esas personas que forman parte de mis recuerdos también me incluyen en los suyos.
Me gusta pensar que sí.
Nos dicen mucho que no vivamos en el pasado, que nos enfoquemos en el presente. No se si visitar esos recuerdos cuenta como vivir en el pasado o cuenta como alguna otra cosa, lo que sí sé es que es padrísimo poder pensar en esos momentos y en esas personas, cerrar los ojos y poderme transportar en mi mente a ese momento en el que me reí a carcajadas con una amiga, en el que un amigo me abrazó mientras lloraba o a cuando esa persona me dijo que le había dado otra oportunidad de vivir. Recuerdos bonitos, recuerdos lindos que nunca sabré soltar y que no estoy segura de querer hacerlo, no estoy segura que debamos hacerlo.
Es curioso como cuando alguien sale de nuestra vida queremos jugar a borrarlos para siempre. Personalmente es algo en lo que no me engancho porque querer jugar a eso es como querer borrar una parte de mí, una parte de mi historia y si borro a esa persona, con ella también se puede ir esa versión de mí que vivió ese momento.
Podemos sacar a personas de nuestra vida y borrarlas para siempre, pero el hecho de que alguien no esté en tu futuro no quiere decir que no haya sido parte de tu pasado. Y es que ese pasado también es parte de nuestro presente porque lo vivido y las personas con quienes lo vivimos nos han ayudado a darle a vida a la versión que somos hoy.